Procrastinar es posponer una tarea en favor de otras tareas que, aunque se perciben como más fáciles o más placenteras, suelen ser menos importantes o urgentes.
Posponer una tarea con fines constructivos o estratégicos no equivale a una postergación. Para que se convierta en procrastinación, la postergación tiene que representar una planificación deficiente e ineficaz, y resultar en un costo total más alto para el procrastinador, por ejemplo, en forma de estrés, culpa o pérdida de productividad. Una cosa es retrasar una declaración de impuestos hasta que estén todas las cifras, y otra muy distinta es retrasarla y que esto afecte los planes y las personas y recibas una multa.
La pereza y la procrastinación son similares en el sentido de que ambas implican una falta de motivación. Pero, a diferencia de una persona perezosa, un procrastinador aspira y tiene la intención de completar la tarea y, además, finalmente la completa, aunque a un costo más alto para él.
Estar inactivo es no estar haciendo nada. Esto podría deberse a que es perezoso, pero también podría deberse a que no tiene nada que hacer o no puede hacerlo temporalmente. O quizás ya lo haya hecho y esté descansando o recuperándose.
Aunque nuestro instinto natural es la ociosidad, a la mayoría de las personas les resulta difícil tolerar la ociosidad prolongada. Estar parado en el tráfico durante media hora en un atasco puede hacernos sentir inquietos e irritables, y muchos conductores prefieren tomar una ruta alternativa, incluso si es probable que les lleve más tiempo que estar parados entre el tráfico.
En la mayoría de los casos, se considera doloroso dedicar esfuerzos a metas a largo plazo que no brindan una gratificación inmediata. Para que una persona se embarque en un proyecto, tiene que valorar el rendimiento de su trabajo más que su pérdida de comodidad. El problema es que no está dispuesto a confiar en un regreso distante e incierto. Debido a que las personas seguras de sí mismas son más propensas a confiar en el éxito y la recompensa de sus objetivos, es mucho más probable que superen su pereza natural. Algunas de las causas más comunes de la pereza son:
Una noche pueden comer y beber indiscriminadamente, sin tener en cuenta las consecuencias a largo plazo para su salud y apariencia, o incluso la resaca de mañana por la mañana. El antiguo filósofo Epicuro argumentó que el placer es el bien supremo. Pero advirtió que no se debe perseguir todo lo que es placentero y no se debe evitar todo lo que es doloroso. En cambio, se debe aplicar una especie de cálculo hedonista para determinar qué cosas tienen más probabilidades de resultar en el mayor placer con el tiempo, y es sobre todo este cálculo hedonista lo que la gente no puede manejar.
Muchas personas perezosas no son intrínsecamente perezosas, sino que lo son porque no han encontrado lo que quieren hacer o porque, por una razón u otra, no lo están haciendo. Para empeorar las cosas, el trabajo que paga sus facturas puede haberse vuelto tan tedioso que ya han perdido plenamente su motivación.
Por ejemplo, trabajador de la construcción puede contemplar las casas que ha construido, y un médico puede sentirse orgulloso y satisfecho por la salud restaurada y la gratitud de sus pacientes, pero un asistente del controlador financiero adjunto en una gran corporación no puede estar seguro del efecto de su trabajo, y entonces ¿para qué motivarse?
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