El cáncer cerebral se refiere al crecimiento de células anormales en el cerebro. Estos tumores pueden originarse en el cerebro (tumores cerebrales primarios) o propagarse al cerebro desde cánceres en otras partes del cuerpo (tumores metastásicos). Algunos tumores cerebrales no son cancerosos (benignos), mientras que otros son malignos, que crecen rápidamente e invaden el tejido. Incluso los tumores benignos pueden causar síntomas graves al presionar las estructuras cerebrales. Este artículo ofrece una descripción general del cáncer cerebral, incluyendo los tipos principales, las señales de alerta temprana, cómo se diagnostica, las estadísticas clave y los nuevos avances en su detección.
Los tumores cerebrales se clasifican según las células de las que se originan. A continuación, se presentan algunos de los tipos más comunes en adultos mayores:
Glioblastoma (GBM): Un cáncer agresivo que surge de las células gliales (células de sostén del cerebro) y es el tumor cerebral maligno más común en adultos. El GBM representa aproximadamente el 16 % de los tumores cerebrales primarios en adultos. Crece rápidamente y es difícil de curar. Las tasas de supervivencia a cinco años son muy bajas (alrededor del 6-9% para pacientes de entre 45 y 55 años). El GBM suele afectar a adultos mayores de 45 años y puede causar dolores de cabeza, cambios de personalidad o convulsiones a medida que progresa.
Meningioma: Tumor de las meninges, las membranas que recubren el cerebro y la médula espinal. Los meningiomas suelen ser benignos (no cancerosos) y de crecimiento lento. Son el tipo de tumor cerebral más común, representando aproximadamente el 46% de los tumores cerebrales en adultos. Los meningiomas suelen presentarse en personas mayores de 60 años (con mayor frecuencia en mujeres) y pueden crecer durante años antes de causar síntomas como dolores de cabeza o déficits neurológicos focales. Dado que suelen ser tratables (generalmente con cirugía o radioterapia), las tasas de supervivencia son altas: alrededor del 79% de supervivencia a cinco años para pacientes de entre 45 y 55 años.
Astrocitoma: Tumor que se origina en los astrocitos, las células gliales con forma de estrella. Esta categoría incluye una gama de gliomas, desde astrocitomas de grado II (bajo) hasta astrocitomas de grado III (anaplásicos). Estos tumores tienden a crecer más lentamente que el GBM (que en realidad se considera un astrocitoma de grado IV) y suelen afectar a adultos de mediana edad. Si bien son malignos, generalmente tienen mejores pronósticos que el GBM, por ejemplo, un astrocitoma difuso de bajo grado tiene una supervivencia a cinco años de alrededor del 46 % en personas de 45 a 54 años. Los astrocitomas pueden causar convulsiones, cambios cognitivos o debilidad, y en ocasiones progresan a formas más agresivas con el tiempo.
Tumores cerebrales metastásicos: Cáncer que se ha propagado al cerebro desde otro órgano (como el pulmón, la mama, el colon o la piel). Los tumores metastásicos (también llamados tumores cerebrales secundarios) son más comunes que los cánceres cerebrales primarios. En EE. UU., se diagnostican aproximadamente 200 000 nuevos casos de metástasis cerebrales cada año, una cifra varias veces superior a la de los tumores cerebrales primarios. Prácticamente cualquier cáncer puede propagarse al cerebro, pero el cáncer de pulmón, el cáncer de mama, el melanoma y el cáncer de riñón se encuentran entre los más propensos a hacerlo. Estos tumores suelen presentar síntomas similares a los de los tumores cerebrales primarios. El tratamiento suele centrarse en controlar la propagación (mediante terapias como la radioterapia o la cirugía) y controlar los síntomas.
Los tumores cerebrales pueden producir una amplia gama de síntomas. En adultos mayores de 45 años, es especialmente importante reconocer los síntomas nuevos o inusuales y no atribuirlos simplemente al "envejecimiento normal". La detección temprana de un tumor cerebral puede mejorar considerablemente los resultados. Los primeros signos comunes incluyen:
Dolores de cabeza frecuentes: Especialmente dolores de cabeza nuevos, persistentes y que empeoran por la mañana o que despiertan al paciente. Estos pueden ir acompañados de náuseas o vómitos. Si bien muchos adultos sufren dolores de cabeza, un patrón de dolores de cabeza que empeora de forma constante con el tiempo o se acompaña de otros síntomas neurológicos debe ser evaluado por un médico.
Convulsiones: Una convulsión en una persona sin antecedentes de epilepsia es una señal de alerta de un tumor cerebral hasta que se demuestre lo contrario. Aproximadamente un tercio de los pacientes con tumores cerebrales experimentan convulsiones como síntoma inicial. Cualquier convulsión repentina, episodio inusual de confusión o pérdida del conocimiento requiere atención médica inmediata.
Cambios cognitivos o de personalidad: Los tumores cerebrales pueden afectar sutilmente la memoria, el pensamiento y el estado de ánimo. Los familiares podrían notar que la persona se vuelve más confusa, olvidadiza o tiene dificultad para seguir conversaciones y órdenes sencillas. Algunos tumores provocan cambios de personalidad; por ejemplo, una persona que antes era tranquila puede volverse fácilmente irritable o apática. Estos cambios, especialmente si empeoran con el paso de las semanas o los meses, deben investigarse.
Debilidad o problemas de equilibrio: La debilidad o el entumecimiento inexplicables en un brazo o una pierna, o la torpeza y la dificultad para mantener el equilibrio (tropezarse, balancearse al caminar), pueden indicar un tumor que afecta las áreas motoras o el cerebelo. A veces, esto se confunde con un accidente cerebrovascular; a diferencia de este, los síntomas del tumor suelen desarrollarse gradualmente. Si nota pérdida progresiva de coordinación o debilidad unilateral, consulte a un médico.
Trastornos de la visión o del habla: Los tumores en ciertas regiones cerebrales pueden causar visión borrosa o doble, pérdida de la visión periférica u otros cambios visuales. Asimismo, un tumor que afecta los centros del lenguaje puede provocar problemas del habla: dificultad para encontrar las palabras, dificultad para hablar arrastrando las palabras o dificultad para comprender a los demás. Estos síntomas, especialmente si son nuevos y empeoran, deben evaluarse de inmediato.
Ten en cuenta que los síntomas dependen de la ubicación del tumor y su velocidad de crecimiento. Un meningioma de crecimiento lento puede causar problemas muy sutiles durante años, mientras que un glioblastoma agresivo puede producir síntomas que se intensifican en poco tiempo. En cualquier caso, no se deben ignorar los nuevos síntomas neurológicos en la mediana edad o en edades más avanzadas.
Si se sospecha un tumor cerebral, los médicos realizarán una serie de evaluaciones y pruebas para confirmar el diagnóstico e identificar el tipo de tumor. Los pasos típicos incluyen:
Examen neurológico: El primer paso suele ser un examen exhaustivo del sistema nervioso. El médico evaluará tus reflejos, fuerza muscular, visión, audición, equilibrio, coordinación y función cognitiva. Deficiencias específicas (por ejemplo, debilidad en el brazo izquierdo o problemas de visión periférica) pueden dar pistas sobre la posible ubicación de un tumor en el cerebro.
Pruebas de imagen: Si los hallazgos del examen sugieren un posible problema cerebral, se realizan imágenes para observar el interior del cráneo. Una tomografía computarizada (TC) es una exploración rápida basada en rayos X que puede realizarse inicialmente, especialmente en situaciones de emergencia o para descartar otros problemas. Sin embargo, la prueba de imagen preferida para los tumores cerebrales es la resonancia magnética (RM). Una RM proporciona una vista más detallada del tejido cerebral y los tumores. A menudo, se inyecta un medio de contraste para que el tumor se vea con mayor claridad en la RM. La resonancia magnética no solo puede detectar un tumor, sino también dar una idea de su tamaño, ubicación y posiblemente su naturaleza. En algunos casos, se utilizan técnicas especializadas de resonancia magnética (como la espectroscopia por resonancia magnética o la resonancia magnética de perfusión) o una tomografía por emisión de positrones (TEP) para caracterizar mejor la lesión. Estas herramientas avanzadas de imagen pueden ayudar a distinguir el tejido tumoral del tejido cerebral normal o cicatricial, y a evaluar la actividad o agresividad del tumor.
Biopsia y patología: Las imágenes por sí solas pueden sugerir firmemente la presencia de un tumor, pero el diagnóstico definitivo se obtiene examinando las células tumorales al microscopio. Para obtener células, se realiza una biopsia. En muchos casos, si el tumor es accesible y operable, un neurocirujano extirpará la mayor cantidad posible durante la cirugía y enviará muestras al laboratorio. Si el tumor se encuentra en una zona difícil de extirpar, se puede realizar una biopsia estereotáctica con aguja más pequeña. A continuación, un patólogo analiza el tejido para determinar el tipo de tumor y su grado. También se pueden realizar pruebas moleculares modernas en la muestra de biopsia para buscar marcadores genéticos que puedan guiar el tratamiento.
Las pruebas adicionales pueden incluir análisis de sangre o un análisis del líquido cefalorraquídeo en ciertos casos, pero el examen neurológico, las imágenes y la biopsia son la piedra angular del diagnóstico.
El cáncer cerebral es relativamente poco común, pero su impacto es significativo, especialmente en adultos mayores. A continuación, se presentan algunas estadísticas y datos clave:
¿Qué tan común es? En 2025, se estima que se diagnosticarán 24,820 nuevos tumores malignos de cerebro o médula espinal. Esta cifra incluye todas las edades. Sin embargo, si se incluyen también los tumores benignos, la cifra total es mucho mayor. Se esperaba que aproximadamente 79,000 adultos mayores de 40 años fueran diagnosticados con un tumor cerebral primario en 2023.
Distribución por edad: El riesgo de tumores cerebrales aumenta con la edad. La edad mediana en el momento del diagnóstico es de alrededor de 60 años. Los cánceres cerebrales y del sistema nervioso central se diagnostican con mayor frecuencia en personas de entre 65 y 74 años. Más de dos tercios de los casos de tumores cerebrales se presentan en personas mayores de 40 años. En los adultos mayores, los tumores cerebrales se encuentran entre los cánceres más comunes: son el séptimo tipo más común de tumor y la sexta causa principal de muerte por cáncer en personas mayores de 40 años.
Prevalencia: Gracias a los avances en el tratamiento, muchos pacientes viven con tumores cerebrales durante años. En 2021, aproximadamente 182,000 personas en EE. UU. vivían con un diagnóstico de cáncer cerebral o del sistema nervioso.
Tasas de supervivencia: En general, considerando todos los tumores cerebrales primarios (incluidos los benignos), la tasa de supervivencia a cinco años en adultos es de alrededor del 72%. En el caso de los tumores cerebrales malignos en adultos mayores, la supervivencia es mucho menor. Entre los adultos de 40 años o más, solo alrededor del 21% sobrevive cinco años. El glioblastoma tiene pronósticos especialmente desfavorables: alrededor del 9% en el grupo de 45 a 54 años, y alrededor del 6% en el grupo de 55 a 64 años. En el caso de los tumores benignos, la supervivencia es mucho mejor: alrededor del 90 % en mayores de 40 años. Por ejemplo, los pacientes con meningioma suelen tener tasas de supervivencia a cinco años del 80 % o superiores. Los astrocitomas de grado II/III se encuentran en un punto intermedio, con tasas de supervivencia del 29 % al 46 % en adultos de mediana edad, según el grado.
Es importante recordar que las estadísticas de supervivencia son promedios. Los resultados individuales varían según el tipo de tumor, la ubicación, la genética, las opciones de tratamiento y el estado de salud general.
La mayoría de los cánceres cerebrales no tienen una causa clara, pero ciertos factores pueden aumentar el riesgo:
La edad avanzada es uno de los factores de riesgo más importantes. El riesgo aumenta significativamente después de los 45 años y alcanza su punto máximo en la tercera edad.
Sexo: Las mujeres tienen mayor probabilidad de desarrollar tumores cerebrales benignos, mientras que los hombres tienen mayor probabilidad de desarrollar tumores malignos como el glioblastoma.
Exposición a la radiación: La radiación ionizante en dosis altas en la cabeza aumenta el riesgo, especialmente si se recibe como consecuencia de tratamientos oncológicos previos.
Afecciones genéticas: Síndromes raros como la NF1, la NF2, el síndrome de Li-Fraumeni y la esclerosis tuberosa pueden aumentar el riesgo, aunque son poco comunes.
Metástasis de otros cánceres: Los cánceres de pulmón, mama, riñón y piel tienen mayor probabilidad de propagarse al cerebro.
No se ha demostrado que factores como el uso de teléfonos celulares, las redes inalámbricas o las lesiones cerebrales previas aumenten significativamente el riesgo.
La detección temprana es clave, y los avances recientes son prometedores:
Imagenología avanzada: Las técnicas modernas de resonancia magnética, como la espectroscopia por resonancia magnética, la resonancia magnética de perfusión y las tomografías por emisión de positrones (PET), ayudan a distinguir los tumores del tejido sano o las cicatrices.
Biopsia líquida: Se están desarrollando nuevos análisis de sangre que detectan fragmentos de ADN tumoral en la sangre, lo que ofrece una forma menos invasiva de diagnosticar tumores cerebrales. Estos análisis aún se encuentran en fase de investigación, pero muestran una alta precisión.
Inteligencia artificial: Se está entrenando a la IA para detectar tumores cerebrales en resonancias magnéticas, lo que mejora la detección temprana e incluso podría permitir la identificación no invasiva de tipos de tumores.