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La Conexión Entre El Intestino y Cerebro

El Redactor: Jessica Q. R.

A medida que continuamos descubriendo los secretos del eje intestino-cerebro, se vuelve cada vez más claro cuán influyentes son nuestros pequeños microbios intestinales en la configuración de nuestro estado de ánimo. Los científicos están cautivados por esta fascinante interacción y disfrutan al comprender cómo estas formas de vida microscópicas pueden afectar profundamente el funcionamiento del cerebro humano.

Nuestro mundo está repleto de microbios, algunos beneficiosos y otros potencialmente dañinos. A través del proceso de evolución, los animales han aprendido a coexistir con su propio conjunto único de microbios beneficiosos, que ayudan a contrarrestar, superar e incluso matar de hambre a los patógenos. Para apoyar a estos microbios amigables, nuestros cuerpos han desarrollado tres canales de comunicación principales, cada uno con sus características únicas.

Conexión Intestino-Cerebro

Por ejemplo, algunos canales brindan respuestas inmediatas y potentes, como la forma en que su instinto lo alerta rápidamente para encontrar un baño cuando ha comido algo malo. Sin embargo, otros funcionan de manera suave y sostenida, similar a la satisfacción que sientes después de disfrutar de un tazón de avena caliente, influenciado por tus microbios intestinales felices.

La tríada de la comunicación

Todas las comunicaciones entre el cerebro y el intestino abarcan los sistemas nervioso, inmunológico y endocrino. Cada uno tiene un lenguaje químico único, pero también comparte algunas moléculas de señalización, lo que permite la comunicación cruzada. Es un baile complejo de interactividad bellamente caótico y ricamente interconectado.

Para comprender mejor estas interacciones, considere el trabajo de los investigadores Ted Dinan y John Cryan de University College Cork, Irlanda. En su libro "La revolución psicobiótica", introducen el término "psicobiótico" para describir los microbios que afectan positivamente el estado de ánimo. Sus ideas son invaluables para aquellos que deseen explorar el eje intestino-cerebro más profundamente.

Conexión Intestino-Cerebro

Tu sistema nervioso, que actúa como un mensajero rápido y preciso, depende de los neurotransmisores para transmitir mensajes a tu cerebro. El sistema inmunológico, el defensor de tu cuerpo, utiliza proteínas llamadas citoquinas para señalar cualquier intrusión. Siempre está preparado para montar una defensa, pero también asegura que las bacterias intestinales amigables no se confundan con intrusos.

Luego, está el sistema endocrino, responsable del crecimiento y el metabolismo del cuerpo. Utiliza hormonas, que son de acción más lenta y prolongada, para enviar señales por todo el cuerpo. Este sistema incluye el eje HPA (hipotálamo, pituitaria, suprarrenal), responsable de responder al estrés liberando cortisol.

Sistema endócrino

Fuente de la imagen: saluteca

Si bien lo anterior puede sonar complejo, el mensaje es simple: la salud de nuestra microbiota intestinal es crucial para nuestro estado de ánimo, cognición y bienestar general. La naturaleza ha proporcionado múltiples vías de comunicación para mantener este delicado equilibrio. Por lo tanto, la incorporación de más alimentos ricos en fibra como verduras y bayas, alimentos fermentados como yogur y kimchi, ejercicio regular y sueño suficiente pueden contribuir a una microbiota más saludable. Esto, a su vez, puede mejorar nuestra función cerebral y nuestro estado de ánimo.

Dieta y estilo de vida

Ampliando el papel crucial que juegan la dieta y el estilo de vida en la configuración de nuestra microbiota intestinal, es evidente que lo que comemos y cómo vivimos puede influir directamente en nuestro bienestar mental.

Se han estudiado varios patrones dietéticos por su impacto en la salud intestinal, cada uno con sus efectos únicos. Por ejemplo, la dieta occidental, rica en grasas saturadas, azúcares y alimentos procesados, a menudo se relaciona con cambios negativos en la composición de la microbiota intestinal, lo que puede conducir a un mayor riesgo de trastornos del estado de ánimo. La consiguiente inflamación y la reducción de la diversidad de la microbiota intestinal pueden afectar la comunicación intestino-cerebro, lo que a su vez puede afectar el estado de ánimo y el comportamiento.

Conexión Intestino-Cerebro

Por otro lado, se sabe que la dieta mediterránea, rica en frutas, verduras, cereales integrales, legumbres y aceite de oliva, promueve una microbiota intestinal diversa y saludable. Esta dieta tiene un alto contenido de fibra y polifenoles, ambos conocidos por sus propiedades prebióticas, que respaldan las bacterias beneficiosas en nuestro intestino. Los estudios han relacionado la adherencia a la dieta mediterránea con un riesgo reducido de depresión, destacando los posibles beneficios para mejorar el estado de ánimo de una dieta respetuosa con el intestino.

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Del mismo modo, se ha descubierto que las dietas vegetarianas y veganas, cuando están bien equilibradas, influyen positivamente en la salud intestinal. Estas dietas suelen ser ricas en fibra, lo que da como resultado una microbiota intestinal diversa, que se ha asociado con un eje intestino-cerebro sano. Sin embargo, es importante garantizar una gama completa de nutrientes esenciales en estas dietas para mantener la salud general y la función cerebral adecuada.

Además, se ha demostrado que los factores del estilo de vida, como la actividad física regular y el sueño adecuado, afectan favorablemente a nuestra microbiota intestinal. El ejercicio puede aumentar la diversidad de bacterias intestinales y mejorar su capacidad metabólica, mientras que una buena higiene del sueño es crucial para mantener un ritmo circadiano saludable de la microbiota intestinal. Estos factores juntos juegan un papel vital en el mantenimiento de una comunicación óptima entre el intestino y el cerebro.

Enfermedades neurodegenerativas
Ampliando nuestra comprensión más allá del estado de ánimo, también hay evidencia intrigante que sugiere que nuestra microbiota intestinal juega un papel importante en varios trastornos neurodegenerativos y del neurodesarrollo. El eje intestino-cerebro se está convirtiendo en una consideración cada vez más importante para comprender enfermedades como el Parkinson, el Alzheimer y el trastorno del espectro autista (TEA).

La enfermedad de Parkinson, un trastorno neurodegenerativo, se ha relacionado con alteraciones en la microbiota intestinal. Algunas investigaciones han encontrado que los pacientes con Parkinson tienen una composición diferente de bacterias intestinales en comparación con las personas sanas, lo que sugiere que la microbiota intestinal puede desempeñar un papel en el inicio o la progresión de la enfermedad. Esto ha abierto nuevas posibilidades para las intervenciones dietéticas o probióticas para apoyar la salud intestinal como parte de un enfoque holístico para controlar el Parkinson.

Del mismo modo, investigaciones recientes están comenzando a descubrir vínculos potenciales entre la microbiota intestinal y la enfermedad de Alzheimer, otro trastorno neurodegenerativo debilitante. Parece que la disbiosis en la microbiota intestinal podría conducir potencialmente a una mayor permeabilidad de las barreras intestinales y hematoencefálicas. Esto podría permitir que sustancias nocivas ingresen al cerebro, lo que podría desencadenar la inflamación y el daño neuronal que se observa en la enfermedad de Alzheimer.

En el ámbito de los trastornos del neurodesarrollo, varios estudios han identificado diferencias en la microbiota intestinal de las personas con TEA en comparación con las que no lo tienen. Si bien aún no está claro qué papel podrían desempeñar estas diferencias, algunos investigadores creen que la microbiota intestinal alterada podría afectar el desarrollo y el comportamiento del cerebro en personas con TEA. Se necesita más investigación en esta área, pero es una vía de estudio prometedora que podría conducir a nuevos enfoques de tratamiento innovadores.

Estas conexiones emergentes entre la salud intestinal y los trastornos neurológicos están agregando una nueva dimensión a nuestra comprensión del eje intestino-cerebro. Enfatizan la importancia de mantener una microbiota intestinal saludable no solo para la regulación del estado de ánimo, sino también para la salud y la funcionalidad general del cerebro. Está claro que apoyar nuestra salud intestinal podría tener efectos de gran alcance en nuestro bienestar, y potencialmente incluso ayudar a prevenir o controlar algunas de estas condiciones neurológicas desafiantes.

Enfermedad de Parkinson

Los efectos del estrés

Al profundizar en el eje intestino-cerebro, es esencial comprender la influencia significativa que tiene el estrés en esta compleja red de comunicación. Se ha demostrado que el estrés crónico, un problema frecuente en nuestra sociedad acelerada, altera significativamente la microbiota intestinal, lo que lleva a una condición conocida como disbiosis.

El estrés crónico activa la respuesta de estrés de nuestro cuerpo, el mecanismo de "lucha o huida". Si bien esta respuesta es útil en situaciones de estrés agudo, la activación a largo plazo puede tener impactos negativos en la salud, incluida la alteración del equilibrio de nuestra microbiota intestinal. Esto se debe a que las hormonas del estrés, como el cortisol, pueden cambiar el ambiente en el intestino, afectando la diversidad y el equilibrio de la microbiota. Esta interrupción puede afectar posteriormente el funcionamiento del eje intestino-cerebro y potencialmente conducir a trastornos del estado de ánimo como la ansiedad y la depresión.

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Además, el estrés también puede afectar la integridad de la barrera intestinal, lo que lleva a una mayor permeabilidad intestinal o "intestino permeable". Esto permite que las sustancias que normalmente están confinadas en el intestino escapen al torrente sanguíneo, lo que desencadena una respuesta inmunitaria y una inflamación sistémica, lo que puede exacerbar aún más el estrés y los trastornos del estado de ánimo.

Estrés

Curiosamente, la relación entre el estrés y el intestino es bidireccional. Así como el estrés puede afectar la microbiota intestinal, las alteraciones en la microbiota intestinal debidas a otros factores, como la dieta o la enfermedad, pueden influir en la respuesta de nuestro cuerpo al estrés.

Investigaciones recientes ahora están buscando intervenciones para atacar la microbiota intestinal como posibles estrategias de tratamiento para los trastornos relacionados con el estrés. Por ejemplo, el uso de ciertos probióticos, conocidos como "psicobióticos", se ha mostrado prometedor para reducir el estrés y mejorar la salud mental.

En esencia, controlar el estrés no se trata solo del bienestar mental, sino que también es crucial para la salud de nuestro intestino. A medida que continuamos descubriendo la compleja interacción entre el estrés, la microbiota intestinal y el cerebro, se vuelve cada vez más claro que un enfoque holístico de la salud debe considerar el papel integral del eje intestino-cerebro.

Más profundo en el sistema nervioso con neurotransmisores

Sobre la base de la conexión intestino-cerebro, sumerjámonos en el fascinante mundo de los neurotransmisores producidos por las bacterias intestinales. Estos pequeños mensajeros químicos pueden influir significativamente en la comunicación intestino-cerebro y, por lo tanto, en nuestro estado de ánimo y salud mental.

Los neurotransmisores son moléculas esenciales que utiliza el sistema nervioso para transmitir mensajes entre neuronas o de neuronas a músculos. Desempeñan un papel crucial en la regulación de una miríada de funciones fisiológicas, incluido el estado de ánimo, la respuesta al estrés, el sueño y el apetito.

Curiosamente, nuestras bacterias intestinales pueden producir y liberar neurotransmisores. Por ejemplo, se sabe que ciertos tipos de bacterias intestinales producen ácido gamma-aminobutírico (GABA), un neurotransmisor que tiene efectos calmantes y reduce los sentimientos de miedo y ansiedad. 

Otro ejemplo notable es la serotonina (5-HT), un neurotransmisor involucrado en la regulación del estado de ánimo, el sueño, el apetito y las funciones cognitivas, incluida la memoria y el aprendizaje. Sorprendentemente, se estima que el 90% de la serotonina del cuerpo se produce en el intestino, principalmente por las células enterocromafines, pero también por ciertos tipos de bacterias intestinales.

La presencia de neurotransmisores en el intestino influye en la comunicación intestino-cerebro a través de varias vías. Pueden actuar localmente sobre el sistema nervioso entérico (el 'segundo cerebro' en nuestro intestino), ser absorbidos por el torrente sanguíneo o estimular el nervio vago, la vía neural principal entre el intestino y el cerebro.

Neurotransmisores

Además, la producción de estos neurotransmisores por parte de las bacterias intestinales puede verse influenciada por varios factores, incluida nuestra dieta y estilo de vida. Por ejemplo, consumir una dieta rica en prebióticos y probióticos puede favorecer el crecimiento de bacterias beneficiosas, lo que podría mejorar la producción de estos neurotransmisores beneficiosos.

La capacidad de las bacterias intestinales para producir neurotransmisores subraya aún más la importancia de mantener una microbiota intestinal sana. Al nutrir nuestras bacterias intestinales, no solo podemos apoyar nuestra salud física, sino también mejorar nuestro bienestar mental a través de la modulación de estos neurotransmisores vitales. Es otro testimonio más de la extraordinaria influencia de nuestros "sentimientos viscerales".

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