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Cómo He Amado Cada Década De Mi Existencia

El Redactor: Ysabel T. L.

Mensaje del editor: Pensamos que debíamos compartir con todos ustedes este inspirador mensaje que recibimos de uno de los miembros de nuestra página. Es un escrito hermoso y esperamos que lo disfruten tanto como nosotros.

Mi nombre es Arthur y he sido lector de esta página por algunos años. Siempre quise escribirles una carta sobre la vida, ya que he visto que hablan mucho de cómo lidiar con los problemas de la edad. Tengo 83 años, y no entiendo por qué las personas se quejan sobre el hecho de envejecer. Para mí, cada década de mi vida me ha enseñado algo. Intenté hacer esto como una pequeña historia, pero mejor lo diré tal cual es.

Así es como, personalmente, he amado cada década de mi larga vida.

 
Mi primera década de vida (1-9 años)
las décadas de mi vida

No recuerdo mucho sobre mis primeros años de vida, pero puedo ver el amor que mis papás me tenían cuando era un pequeño. El amor que brillaba en sus rostros como hogueras, y que me calentaba a medida que crecía. Mis primeros recuerdos son esa calidez, protección y confianza ciega. ¡No es una mala manera de comenzar el camino de la vida!

De los 5 a los 10 años, me recuerdo probando mis primeros límites, y descubriendo mis primeras limitaciones físicas como correr, saltar, sentir y llorar. Aprendí a experimentar la emoción pura de un anhelo, y descubrir sin miedo lo que un cuerpo joven es capaz de hacer. 

Fue un tiempo de magia y preguntas, como cuando las leyendas urbanas parecían ser tan ciertas como el sol encima de mí, y las casas vacías eran cazadas por fantasmas del pasado, que esperaban devorar a los niños pequeños que no hacían caso. La magia estaba en el mundo, y yo era una parte de esa sensación mística. Me encantó.

Segunda década de mi vida (Entre los 10 y los 20)
las décadas de mi vida

Se podría decir que me convertí en quien soy en mi interior, en lo que compone mi yo adolescente. Me recuerdo mirando por la ventana, haciéndome preguntas sobre la vida y tratando de hacer que todas las piezas del rompecabezas encajen en mi mente. Soñé con grandeza, riqueza y fama.

Sentí la primera aceleración de mi corazón a los 12 años, mientras miraba a un par de ojos azules como el mar a través del aula de séptimo grado. Mi corazón se rompió por primera vez a los 14 años, encontré el verdadero amor a los 17 años, y lo perdí antes de los veinte. Todavía pienso en ella a veces, preguntándome qué hubiese pasado si hubiésemos tomado otro camino. Sin embargo, estoy contento con lo que elegí.

Aprendí a valorar la amistad sincera, y a conocer el sacrificio y el compromiso que requiere una verdadera amistad. Aprendí que esto tiene un valor enorme, y que ser leal con un amigo es un motivo para estar orgulloso.

Aprendí los rudimentos de ser un hombre durante esos años: cómo respetar a mis mayores y dar asistencia a las personas más débiles que yo. También aprendí la importancia de proteger a mi familia y su buen nombre. Aprendí a ser amable con los extraños, es decir, a menos que tuvieran motivos ocultos. Estas lecciones fueron las que me definieron.

 
Mi tercera década (Entre los 20 y los 30)
las décadas de mi vida

Me CONVERTÍ en un hombre. Trabajé más duro que antes, no porque alguien me lo dijera, sino porque quería construir mi propia vida. Descubrí cuán fuerte es tener una motivación para trabajar por mis propios sueños y mis propios fines. Encontré el verdadero amor por segunda vez y esta vez se quedó. Nos casamos antes de que yo tuviera 25 años y fui el hombre más feliz del mundo. No solo encontré satisfacción en el trabajo, sino que también descubrí la gran ambición que me conduce hacia delante. Trabajé duro y me quejé algunas veces, pero puedo decir que nunca me rendí.

Lo más importante, cuando llegué a los 30 años, ya había construido mi posesión más preciada: mi familia. Mi esposa y tres hijos. Dos niñas y un niño. Las cuatro personas por las que moriría si tuviera que hacerlo y también las personas por las que vivo. Ellos no son perfectos, pero nunca se me ocurriría sustituirlos por nadie en el mundo. Miro a mis hijos a medida que descubren el mundo, como lo hice yo hace 20 años.

Los años entre los 30 y los 50...
las décadas de mi vida

Todo pasó en un abrir y cerrar de ojos. Mi hermosa familia maduró a mi alrededor. Mi niño se volvió cada vez más alto y más seguro de sí mismo. Mis hijas mucho más inteligentes que yo y más hermosas cada día. Todos fueron encontrando su camino hacia la madurez.

Trabajé duro durante esos años y, después de que mis hijos crecieron, mi esposa también. Como resultado, a nuestros hijos nunca les faltó nada, pero igualmente aprendieron el valor de lo que un trabajo dedicado puede hacer por nosotros. Vi a mi esposa cada vez mayor en años y en sabiduría, y me sentí muy agradecido de tener a esta mujer a mi lado durante tanto tiempo. Su mano firme me sostenía y no me dejaba caer.  

Mi cuerpo empezó a doler más y ya no podía hacer las mismas cosas que hacia cuando era joven. No puedo decir que disfruté de eso, pero pronto se volvió una situación cómoda, como un viejo amigo familiarizado con las limitaciones que han llegado y que tienes que aceptar con amor.

Tuve que ver a mis hijos haciendo elecciones y siguiendo sus caminos, cayendo en el amor y en el descubrimiento de sus propias limitaciones y capacidades. Estaba tan orgulloso de ellos y todavía lo soy.

Entre los 50 y los 70...
las décadas de mi vida

Parece que los años pasaron aún más rápido. Mi cara en el espejo empezó a  cambiar un poco. Se volvió vieja, llena de arrugas, como un mapa de historias grabadas en mi piel, marcando tantos años de recuerdos, conversaciones, experiencias y sueños.

Me duele el cuerpo, pero mi corazón se disparó cuando mis niños crearon sus propias familias. También me convertí en un abuelo deleitándome en dos generaciones que surgieron del amor de dos personas. Me siento honrado de ser el patriarca de la familia.


Finalmente dejé de trabajar tan duro y me permití sentarme y disfrutar del tiempo que me quedaba. Jugar con mis nietos, compartir las cargas y las preocupaciones de mis hijos y compartir los últimos momentos con mi esposa, a la que el cáncer lentamente se la llevó lejos de mí.  No voy a mentir, esos fueron tiempos difíciles y no sé qué hubiese hecho sin el apoyo de mi familia. Ellos estaban allí para mí y tuvimos una gran vida juntos. Al final, sólo tenía que dejarla ir, sabiendo en mi corazón que algún día me volvería a unir a ella. 

 
Entre los 70 y 80...
las décadas de mi vida
Finalmente hice las paces con mi vejez. Luché contra esto durante tanto tiempo, pero me di cuenta de que hay estar en paz para aceptar todo el conocimiento que viene con ella. Todavía había mucho por disfrutar. Mi familia se hizo más grande y  numerosa. Crecí para disfrutar de las nuevas tecnologías del mundo, para las que antes rara vez tenía tiempo.

Ahora tengo 83 años. Todavía siento que tengo un montón de tiempo en este mundo, pero cuando miro hacia atrás, puedo decir que he amado cada década de mi vida hasta ahora. No cambiaría ninguna de ellas, ya que cada una me hizo lo que soy, me dio placer, y me enseñó más acerca de la vida. Me siento agradecido por cada año de vida, cada mañana saludo y cada noche me despido.

Mi mujer está constantemente conmigo en espíritu, y muchas veces me escucho comentándole cosas que hago.  Mis hijos están recibiendo ahora las mismas lecciones y están aprendiendo muchas de las mismas lecciones que yo aprendí. 

Tengo intereses y aficiones, y disfruto de lo que la vida me da. Dejo que mi querido cuerpo se las arregle para hacer la mayoría de las cosas que quiero cuando lo pido. Mis viejos temores y ansiedades y las cosas que a veces me ponían triste, se atenúan ahora. Vivo más en el presente, a pesar de mis recuerdos. Estoy vivo y tengo una vida rica y plena para reflexionar.

Esta es mi historia. Lo siento si sueno un poco pesado, sucede cuando me tomo el tiempo para mirar hacia atrás. Espero que todos entiendan y aprendan a amar cada década con todo su corazón. Dios los bendiga a todos.
 

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