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Una Guía Para Aprender a Manejar La Incontinencia

A pesar de ser un problema común, la incontinencia urinaria es una condición de la que nadie quiere hablar. Esta afección se produce cuando el mal funcionamiento de un músculo impide que la persona contenga las ganas de orinar. 

La buena noticia es que, en la actualidad, existe una gran variedad de tratamientos para controlar este problema, que suele afectar principalmente a mujeres y personas de edad avanzada. En otros casos, esta condición es desencadenada por otras condiciones médicas. 

Existen dos principales tipos de incontinencia. La incontinencia urinaria de esfuerzo, es aquella que sucede cuando alguna actividad o movimiento ejerce presión sobre la vejiga. Esto significa que la orina podría escaparse al toser, estornudar o entrenar. En las mujeres, este tipo de incontinencia puede ser causada por un embarazo, una histerectomía, o cualquier otro factor que produzca un estiramiento del diafragma pélvico. En hombres, esta condición sucede cuando se remueve la glándula prostática, y el esfínter, es el único músculo que trabaja para retener la orina en la vejiga.

Por otro lado, la incontinencia imperiosa se produce cuando la persona siente una necesidad urgente y repentina de orinar, causada por un exceso de actividad en la vejiga que empuja la orina haciéndola escapar de un momento a otro. Muchos doctores creen que esta condición puede ser la causa de una irritación en la vejiga, estrés emocional, y ciertas condiciones neurológicas, como el Parkinson o un ACV.

Los hombres también pueden sufrir de incontinencia por rebosamiento, que ocurre cuando la vejiga no logra vaciarse por completo, provocando pérdidas y goteo posmiccional. Por lo general, esto sucede cuando existe algún tipo de obstrucción en la uretra. El otro tipo de incontinencia que afecta a los hombres es la incontinencia total, que se produce cuando el esfínter deja de funcionar y se producen perdidas constantes
 
 
Tratamiento y cuidado

Existen diferentes tipos de tratamientos para controlar esta condición, que dependen del estilo de vida del paciente, del tipo de incontinencia, y de la gravedad del cuadro. Por esta razón, algunas personas pueden tratar este problema realizando algunos cambios de hábitos o terapias conductuales, mientras que otras requieren tratamiento con medicaciones. En los casos más severos, se puede considerar la posibilidad de una cirugía que ponga fin a esta molesta condición.

Terapias conductuales

Existen distintos tipos de terapias conductuales que pueden utilizarse para tratar la incontinencia. El entrenamiento de la vejiga, por ejemplo, es utilizado para ayudar a los pacientes a controlar la necesidad de orinar, reduciendo la frecuencia y prolongando el tiempo de espera. Por lo general, este método suele implementarse junto con técnicas que programan horarios y descansos para la orina.

Otra terapia conocida son los ejercicios de contracción del músculo pubocoxígeo, mejor conocidos como ejercicios de Kegel. Esta terapia es una serie de ejercicios de estiramiento cuyo objetivo es fortalecer los músculos pélvicos, ya que éstos son los encargados de controlar el flujo de orina y asegurar la estructura de soporte de los órganos ubicados en la pelvis. Esta técnica consiste en identificar los músculos utilizados para retener la orina, contrayéndolos y relajándolos de forma intermitente. Estos ejercicios pueden realizarse sin herramientas ni supervisión. 

De forma similar, algunas mujeres utilizan conos vaginales, que son dispositivos con forma de tampón, que se insertan en la vagina y son utilizados para tratar la incontinencia, fortaleciendo los músculos pélvicos. Este método suele implementarse junto con una técnica llamada “Biofeedback”, una práctica supervisada por un especialista que, mediante un sistema de retroalimentación, informa al paciente sobre el estado de la función que desea controlar de forma voluntaria. Esto permite que la persona tenga consciencia de funciones biológicas que en condiciones normales no percibe.

Cirugía

Por lo general, esta una opción a la que se recurre luego de haber intentado con otros métodos sin resultados exitosos. En las mujeres, la cirugía suele ser recomendada solo en casos de incontinencia de esfuerzo, para regresar la vejiga y la uretra a su posición normal. Otras mujeres optan por la colocación de un pesario, un dispositivo que inserta en la vagina para dar soporte a la matriz y evitar pérdidas. En los hombres, la cirugía es recomendada para los casos más severos. 

Cambios de hábitos

Debido a que en personas mayores, la cirugía no es la opción más recomendada, existen otros tipos de tratamientos pensados para solucionar o manejar este problema. Algunas personas recurren a productos como ropa interior absorbente, pañales para adultos, etc. 

Si estás tomando diuréticos para tratar condiciones cardíacas, hepáticas o renales, consulta con tu médico de cabecera sobre otras alternativas que no estimulen el funcionamiento de la vejiga.

Los cambios en la alimentación también pueden ser de ayuda, ya que existen algunos alimentos que pueden empeorar la condición. Por ejemplo, el alcohol es una de las bebidas prohibidas, ya que interfiere con las señales enviadas al cerebro cuando el cuerpo debe orinar. De forma similar, la cafeína y las bebidas gaseosas también pueden aumentar la necesidad de orinar. Por otro lado, los alimentos con alto contenido ácido, como los cítricos, los tomates o los picantes, puede causar irritación en la vejiga.

Por último, la nicotina, uno de los principales componentes de los cigarrillos, es otro factor agravante. El acto de fumar puede causar tos que intensifica la presión sobre la vejiga. 
 
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